Cara de velocidad...

Paralaje (ver original):

El paralaje es el fenómeno óptico que hace que, cuando nos movemos de una posición a otra lo suficientemente alejada, veamos que los objetos cercanos se desplazan respecto a los objetos lejanos. Una demostración intuitiva del paralaje es, por ejemplo, el conocido movimiento aparente de los postes, cuando vamos en tren, mientras las montañas del fondo permanecen inmóviles.

Así transcurren las cosas en mi cabeza en este momento, un plano en donde las cosas se suceden de forma vertiginosa, y otro plano que se percibe completamente aletargado. Es claro que en ese tren al que estoy subido recorro la misma distancia respecto a los postes que a las montañas y que necesito además de saberlo, sentirlo.

Catupecu Machu, de las bandas nacionales de su generación, es la que más me gusta, de alguna manera lograron cierta masividad escapando de la formulas típicas (sin desmerecer) como son el barrio, la falopa, la protesta, etc. Si algo caracteriza a esta banda, es la intensidad de sus presentaciones, que logran atenuar a fuerza de carisma, las limitaciones vocales de su cantante. Haberse arriesgado a un formato semi-acústico, como el de Laberintos entre Aristas y Dialectos, una obra en cuatro actos, que presentaron ayer en el Coliseo Podestá, es una apuesta fuerte… y la ganaron. Con una formación que incluyó viola, violín, cello y flauta traversa en algunos pasajes y otra reducida a guitarra y bajo acústico, piano y cajón peruano en otro, lograron una presentación increíblemente sólida, musicalmente impecable, y con Fernando Ruiz Díaz cantando, incluso mejor que en los discos de estudio. En el momento previo a presentar la banda, Fernando dijo algo sobre lo enroscados que eran los artistas, y cuan enroscados deberíamos ser nosotros, sus espectadores… tiene razón…
La frutilla del postre fue cuando en el final, ya con su voz cansada, cantó un fragmento de Puedes a capela, un momento increiblemente intenso…