Soy insistente y decididamente me convierto en hincha pelotas, simplemente porque no dejo de recomendarlos, quizá porque empecé de muy chico a escuchar rock, y como dije en el post sobre el nuevo disco de The Strokes, los finales de los 60 y principios de los 70 son mi época musical favorita, quizá solo porque son y no pretenden ser o también porque me tiene cansado el rock chabón.
El viernes pasado, fui por enésima vez en los últimos dos años a ver a Mostruo!, la banda en cuestión, a Ciudad Vieja. Por ahí atrás y ante el sonido de los primeros acordes, uno gritó ‘Vamos la aplanadora platense!’, frase que a la postre sería completamente acertada.
En un largo set de 25 temas, Mostruo! desplegó su clásica artillería de rock, complementada con funk, soul y algo de punk de forma poderosa y contundente, sonaron fuerte, claros y virtuosos. Recorriendo temas de sus dos discos y el EP, más un puñado de su prometedora nueva producción, Perfecto, que estará en la calle en un mes, estos muchachotes se dan el lujo de tener dos vocalistas, Kubilai Medina, devenido por su registro vocal en una especie de padrino del soul (hasta le pusieron la capa cual James Brown) y Lucas Finocchi con una voz más cercana al blues, que por si fuera poco, es un virtuoso y completo guitarrista capaz de sonar como Hendrix, Pappo, Ace Frehley o Jimmy Nolen a su antojo. Con una base rítmica que suena como si se conocieran de toda la vida, porque de hecho lo es, conformada por los hermanos Mutinelli, Federico sólido bajista y Luciano lúcido y preciso baterista, que completa haciendo coros y por si hiciera falta, esta demostración rockera.
Clásicos de la banda como Tu poder, La burguesía, Tu culpa, El control, el infaltable Tu sabes algo (cover de Sure know something de Kiss), Esta noche, Dénselo, El rey de las bambalinas, un remontado El universo, mientras el Kubo afinaba su otra viola después de cortar una cuerda, los nuevos El más allá, Feria Hippie, Las cosas que fueron antes, fueron algunos de los temas que llevaron a que, El mejor plan del mundo fuera cerrar a todo volumen con Ese oso una arrolladora fiesta rockera.
No pretenden, son, se divierten, entretienen, suenan de puta madre (olvidé mencionar al Cana San Martin en perillas aportando su genialidad), que más se puede pedir.
Larga vida al rock’n’roll!
El viernes pasado, fui por enésima vez en los últimos dos años a ver a Mostruo!, la banda en cuestión, a Ciudad Vieja. Por ahí atrás y ante el sonido de los primeros acordes, uno gritó ‘Vamos la aplanadora platense!’, frase que a la postre sería completamente acertada.
En un largo set de 25 temas, Mostruo! desplegó su clásica artillería de rock, complementada con funk, soul y algo de punk de forma poderosa y contundente, sonaron fuerte, claros y virtuosos. Recorriendo temas de sus dos discos y el EP, más un puñado de su prometedora nueva producción, Perfecto, que estará en la calle en un mes, estos muchachotes se dan el lujo de tener dos vocalistas, Kubilai Medina, devenido por su registro vocal en una especie de padrino del soul (hasta le pusieron la capa cual James Brown) y Lucas Finocchi con una voz más cercana al blues, que por si fuera poco, es un virtuoso y completo guitarrista capaz de sonar como Hendrix, Pappo, Ace Frehley o Jimmy Nolen a su antojo. Con una base rítmica que suena como si se conocieran de toda la vida, porque de hecho lo es, conformada por los hermanos Mutinelli, Federico sólido bajista y Luciano lúcido y preciso baterista, que completa haciendo coros y por si hiciera falta, esta demostración rockera.
Clásicos de la banda como Tu poder, La burguesía, Tu culpa, El control, el infaltable Tu sabes algo (cover de Sure know something de Kiss), Esta noche, Dénselo, El rey de las bambalinas, un remontado El universo, mientras el Kubo afinaba su otra viola después de cortar una cuerda, los nuevos El más allá, Feria Hippie, Las cosas que fueron antes, fueron algunos de los temas que llevaron a que, El mejor plan del mundo fuera cerrar a todo volumen con Ese oso una arrolladora fiesta rockera.
No pretenden, son, se divierten, entretienen, suenan de puta madre (olvidé mencionar al Cana San Martin en perillas aportando su genialidad), que más se puede pedir.
Larga vida al rock’n’roll!
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