Uno no elige sus padres, solo los tiene, que unido al maravilloso hecho traerte al mundo, no les vino un manual que les explique como ser padres, que junto a la infinidad de bondades de las que casi ni te acordás, hubo unas cuantas marcas que te han dejado, que forjaron aspectos al menos poco agradables de tu forma de ser, y que, a medida que crecés, entendés que hicieron lo mejor que pudieron.
Decidido a quemar algo de las calorias de la ingesta de ayer, festejo del cumpleaños del viejo, signado por el miedo a su nuevo dolor desconocido, que hacia la noche tuvo el diagnostico de culebrilla, munido de mi viejo ipod, emprendo una caminata sin rumbo, dispuesto a no repetir recorridos anteriores. Cuestión es que luego de un largo rato de caminar, me doy cuenta hacia donde estoy yendo y decido no darle pelota al 'viejo de arriba', que oportunamente sonaba en mi reproductor, sino al 'zurdo'.
Casi 13 años pasaron desde que falleció mi vieja, y solo 2 veces habia ido al cementerio, nunca solo, ni por propia iniciativa, quizá el viejo de arriba, creyó que la caminata no tenia rumbo, pero el zurdo lo tenia bien claro. Nunca tuve bien en claro que hace uno ante una tumba, pero al menos, este día de la madre, pude decirle cuanto la extraño.
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